Todo el mundo cree
saber que es una democracia, casi todos lo que es una oligarquía, pero pocos
sabrían definir a que nos referimos al hablar de Poliarquía.
Lo que puede
sorprender, es que según la teoría política de Dahl, a lo máximo que
puede aspirar el ser humano es a organizarse en una poliarquía, dado que el
ideal democrático lo considera utópico. Para él, los estados “democráticos” occidentales,
aspiran a esa utopía organizativa, pero no pasan de aportar las condiciones
para una elección parcial de opciones. Las sociedades modernas permiten las
condiciones indispensables para el proceso democrático pero solo producen
ciertos contrapesos de intereses insuficientes para una democratización real. En
sus últimos tiempos, abogó por utilizar las nuevas tecnologías para incentivar
el proceso de democratización mediante el control de la agenda y la incentivación
de la participación política. También atisbó el peligro que las grandes
corporaciones suponían en el proceso democrático, y abogó por una democratización de su “gobierno” (Podéis
consultar mi entrada “El verdadero
Poder” o “La corporación
hacker” dónde planteo una empresa colaborativa y democrática).
No estoy seguro si
Dahl visionó, que esas mismas tecnologías estaban generando el ascenso de una
oligarquía sin control ciudadano, con flujos de capital globales libres de responsabilidad.
Hoy, esos intereses oligárquicos se han camuflado en los antes órganos de cambio
social que eran los partidos. Los Estados han perdido el poder y con ello la
ciudadanía ha perdido autonomía.
Y en eso estamos.
Las nuevas corrientes políticas, tanto en España como en el mundo, se orientan
en superar la crisis y en regenerar “la
democracia”. Pero en nada cambiará la situación social, si no son conscientes
de que son parte interesada de una poliarquía, y que deben trabajar para
incrementar los recursos políticos de los ciudadanos y las condiciones
necesarias para incrementar la democratización. Todo partido es oligarquía
(Casta), si no devuelve el poder a la ciudadanía. Más o menos Estado, no implica mayor calidad
democrática. Solo la transparencia absoluta, la priorización de la agenda política,
la participación decisiva, efectiva y continuada de la ciudadanía permitirá avanzar
hacia una “democracia real”. Lo contrario es aceptar el gobierno del 1%; Oligarquía
que tarde o temprano deviene en Tiranía.